02 noviembre 2006

Nietzsche: ¿Contradictorio? ¿Negativo? ¿Enigmático? ¡No! Es Excepcional

NIETZSCHE:
¿CONTRADICTORIO? ¿NEGATIVO? ¿ENIGMÁTICO?
¡NO!... ES EXCEPCIONAL


Su pensamiento es inaudito. Por consiguiente, inaudita es la explicación que aquí desarrollaremos, completamente ajustada a sus dichos; en una progresiva eliminación de contradicciones iremos develando el por qué surgieron erróneamente estos calificativos y un sinnúmero de interrogantes que hasta la actualidad lo han hecho permanecer incomprendido.
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Comenzaremos por su acepción de “verdad”: “Fui el primero en descubrir la verdad porque fui el primero en considerar la mentira como tal, a sentirla como mentira”. Ante semejante afirmación, se supone que no hay un raciocinio lógico desde los conceptos existentes para enfrentarse a ella. Nuestra razón la rechaza por no encontrarle asidero alguno.
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Nietzsche, refuta los conceptos culturales, los que devienen de mitos ascendientes y de situaciones oníricas, que pasaron de mito a transformarse en creencias y éstas intervinieron en la conformación de los valores encontrándose los diferentes conceptos de verdad incorporados a ellos. Por consiguiente las verdades conocidas tienen su origen en invenciones; no son ciertas, son mentiras, son falsas.
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Lo medular de su pensamiento consiste en una eliminación de prejuicios de origen falso que se encuentran en los valores morales devenidos de
creencias. En el transcurso del tiempo, generalmente el mito que generó la creencia quedó olvidado, pero su efecto persiste en los valores morales rigiendo, sin que nos demos cuenta, a las diferentes culturas. Liberarse de estos conceptos falsos es lo que él llama “liberar el espíritu”.
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Nosotros somos “espíritus esclavos”, dominados por prejuicios de origen falso que limitan nuestra capacidad de pensar. Él fue un “espíritu libre”. Se liberó de toda creencia valórica quedando con una amplísima capacidad de pensamiento ajustada a la naturaleza humana. Creer, es incapacidad de pensar, de analizar algo que se contraponga a la creencia. Nietzsche, fue un perceptor de la realidad conceptual. Esa es “su verdad”. No es una verdad más. No es “su verdad”. Es la realidad conceptual libre de conceptos falsos, inventados, que menoscaban la vida y el desarrolllo del intelecto humano.
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Este concepto de “otra realidad” es lo que ha dificultado la comprensión de su pensamiento, debido a que para percibirla se debe tener liberado el espíritu. Él dice: “para comprenderlo hay que vivirlo”; es decir, experimentarlo. Por consiguiente para que la lectura de Nietzsche resulte coherente, sin contradicciones y erradas interpretaciones hay que imponerse el supuesto de que él accedió a una realidad conceptual liberada de falsedades que permanece velada para nosotros.
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Nueve años después de la primera edición de “Humano, Demasiado Humano”, le adjuntó un prólogo muy importante en el que relata el proceso de su propia experiencia de “liberación del espíritu”, y lo medular de su pensamiento; de cómo se le produjo la capacidad de percibir la realidad conceptual, en una completa limpieza de acepciones de origen falso que la mantienen velada. Transcribiremos a continuación el primer capítulo del prólogo de “Humano, Demasiado Humano” y, más abajo, lo expondremos en un lenguaje más accesible.
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PREFACIO
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Se me ha dicho muy a menudo, y siempre con profunda extrañeza, que había algo de común y característico en todos mis trabajos, desde “Origen de la tragedia” hasta el último publicado “Preludio a una filosofía del porvenir”: todos ellos contienen –se me ha dicho– lazos y redes para pájaros imprudentes, y casi una continua y latente incitación a la inversión de todos los valores habituales y de todas las costumbres aceptadas. ¿Cómo, acaso sería todo humano, demasiado humano? Con este suspiro –se dice– es como se sale de mis obras, no sin una especie de horror e incluso de desconfianza respecto de la moral, más aún, no mal dispuesto y animado a ser alguna vez el defensor de las cosas peores, como si acaso no fuesen estas las más calumniadas. Se ha llamado a mis libros escuela de decepción; más aún, de menosprecio, pero felizmente también de valor, y hasta de temeridad.
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En realidad, yo mismo no creo que nadie haya considerado nunca el mundo con una decepción tan profunda, y no solamente como abogado del diablo en caso necesario, sino también como, para emplear el lenguaje teológico, como enemigo y como litigante de Dios; y quien sabe adivinar algo de las consecuencias que encierra toda decepción profunda, algo de los estremecimientos y de las angustias de la soledad, a las cuales condena toda absoluta diferencia de puntos de vista, quién está afligido por ella,comprenderá también cuanto he intentado para descansar de mí mismo momentáneamente, de ponerme a cubierto en alguna parte..., en cualquier respecto, ya sea hostilidad, ciencia, frivolidad o estupidez; y por qué también cuando no encontraba lo que me hacía falta, he tenido que proporcionármelo mediante artificio, tan pronto por falsificación como por invención (¿y qué han hecho siempre los poetas, por lo demás?, ¿y por qué se ha hecho, pues, todo el arte del mundo?).
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Ahora bien, lo que cada vez me hacía más falta, para mi curación y mi restablecimiento, era la creencia de que no era el único en ser de este modo, en ver de este modo: un mágico presentimiento de parentesco y semejanza en la manera de ver y de desear, un descanso en la confianza de la amistad, una ceguera a dúo sin sospecha y sin duda, un goce por los primeros planos, por la superficie, por lo próximo, por lo vecino, por todo lo que tiene color, piel y apariencia.
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Quizá se me pueda reprochar a veces, a este respecto, alguna especie de “artificio”, alguna sutil moneda falsa: por ejemplo, que he cerrado los ojos, deliberada y conscientemente, al ciego deseo que Shopenhauer muestra por la moral, en una época que yo era ya bastante clarividente tocante a la moral; ítem, que me he engañado a mí mismo respecto al incurable romanticismo de RichardWagner, como si fuese un comienzo, no un fin; ítem respecto a los griegos,ítem respecto a los alemanes y su porvenir..., y tal vez haya aún una largalista de otros ítems. Pero, aun suponiendo que todo esto fuera cierto y que se me reprochase con derecho, ¿qué sabéis vosotros, que podéis saber de cuánta astucia, instinto de conservación, razonamiento y precaución superior hay en semejantes engaños de sí mismo..., y lo que me falta aún de falsedad para que pueda permitirme constantemente el lujo de mi verdad?...
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Basta, aún vivo; y la vida no es, después de todo, una invención de la moral; la vida desea el engaño, vive del engaño...; pero ¿verdad?, he aquí que ya vuelvo a las andadas y hago lo que siempre he hecho yo, viejo inmoralista y pajarero, y hablo de manera inmoral, extramoral, “más allá del bien y del mal”.

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A CONTINUACIÓN, el mismo capítulo traducido a un lenguaje más fácil de leer en el que fueron reemplazadas las metáforas por sus significados.

PRÓLOGO DE HUMANO, DEMASIADO HUMANO

En todos mis trabajos, desde “Origen de la Tragedia” hasta el último que he publicado, “Preludio a Una Filosofía del Porvenir”, frecuentemente, y siempre muy extrañados, han encontrado que en ellos hay algo común que los caracteriza, y es que contienen un atractivo que cautiva a lectores que se atreven a salir de lo establecido, a elevarse en el pensamiento, en el conocimiento, y contienen un permanente potencial que invita a desafiar e invertir los valores establecidos y las costumbres aceptadas culturalmente.
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Se preguntan con extrañeza: ¿será cierto que todo es humano? ¿será cierto que lo divino, misterioso y sobrenatural no existe? Salen de mis obras con una cierta desconfianza y algo horrorizados de los conceptos morales habituales por los que siempre se han regido, sin embargo, dispuestos e interesados en investigar si efectivamente los conceptos morales calificados hasta ahora como “malos”, en una realidad conceptual sean “buenos” a la vida, y si así fuese, abogar por ellos. Se dice que mis libros enseñan decepción y desprecio, pero felizmente perciben en ellos también una enseñanza de valentía que llega a ser hasta un atrevimiento imprudente, loco, en mi enjuiciamiento de la moral.
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Realmente, yo mismo no sé de nadie que haya tenido la capacidad de percibir el mundo con tan completa imparcialidad colocándose en todas las perspectivas existentes y captar sus decepcionantes conceptos. Si alguien pudiera imaginar las consecuencias de estar totalmente solo en una completa diferencia de pensamiento, de puntos de vista, de percepción desde la cual es observable hostilidad, confundida ciencia, frivolidad o estupidez que contienen todos los puntos de vista establecidos. Y por no encontrar los valores que me hacían falta he tenido que crearlos falsificando lo que se tiene por verdad, es decir, transformando sus verdades en mentiras o inventando nuevos valores ¿además, es lo que siempre han hecho los poetas para crear? ¿y por qué se ha hecho, pues, todo el arte en el mundo?; por el instinto de crear.
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Ahora bien, lo que cada vez me hacía más falta para salir restablecido de este proceso que denomino enfermedad hacia una curación que significa comenzar a percibir y a cuestionar la falsedad conceptual, era la creencia, la ilusión de no ser el único que percibía la realidad; un presentimiento, un deseo de que alguien con alguna similitud compartiera mis vivencias de gozar lo que se nos presenta a la vista, por lo terrenal, por lo que nos rodea. Quizá se me pueda reprochar haber intentado ver en Shopenhauer algo rescatable de sus conceptos de la moral, como también de Richard Wagner, el que cayó en un incurable romanticismo, también respecto a los griegos, a los alemanes y su futuro... y tal vez a una larga lista de otros también. Pero, aún suponiendo una injusticia en estos reproches ¿qué podéis saber vosotros de cuánta astucia, instinto de conservación, razonamiento y precaución superior apliqué en semejantes engaños que me hice a mí mismo... y lo que me falta aún para seguir falsificando, engañando las verdades morales transformándolas en lo que realmente son: mentiras, y permitirme el lujo de mi verdad, que es la realidad.
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La vida no es una invención de la moral, prueba de ello es que sin moral aún vivo. La vida desea el engaño, es decir, desea que le transformen sus falsas verdades, engañándolas, en lo que realmente son: en mentiras, pero ¿verdad? ¿qué saben Uds. qué es la verdad? Nos damos vueltas en lo mismo y hago lo que siempre he hecho: atacar la moral establecida y dedicarme a cautivar individuos que tengan el atrevimiento de pensar por sobre los valores habituales, y hablo desde una perspectiva desde la cual no se pueden considerar los actuales valores morales y los conceptos establecidos como “bueno y malo”.
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Nietzsche, confecciona largas frases de amplio contenido en las que coloca el sujeto al final del predicado. Deben ser leídas completas, sin pausas, para no extraviarse con respecto a lo que está diciendo. Si no se comprendió en la primera lectura, debe reelerse completa. Constantemente está cambiando sus afirmaciones desde dos perspectivas opuestas: desde la realidad percibida por él y desde la percepción común. Hay que estar muy atento a cuándo se produce el cambio, de lo contrario se le leerá una contradicción.
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También utiliza mucho la ironía desde una perspectiva y otra. Es importante tener siempre presente que toda su temática está sujeta a estos dos puntosde vista, el de su percepción de la realidad y la percepción común. Repasando el texto, el lector descubre en qué momento confundió la perspectiva utilizada por Nietzsche, resultando una eliminación de contradicciones.
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En este primer capítulo del prólogo hace referencia a “las cosas peores”, calificadas de malas, maldad, las que contrariamente él las califica de buenas; en “Más Allá Del Bien y Del Mal” Nietzsche, descalifica los conceptos de bueno y de malo incorporados en nuestros valores. Considera que lo definido como bueno es atentatorio a la vida, un impedimento al desempeño de la naturaleza humana. En cambio, conceptos que tenemos por malos; deberían ser buenos.
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Apliquemos un ejemplo extremo, de la actualidad: Cierta cultura practica como buena la extirpación de los genitales femeninos, el no hacerlo, es malo. Antiguamente se consideró bueno quemar herejes, concepto que se modernizó, actualmente es malo, se invirtió; “transmutación de los valores”, inversión de los valores; de Nietzsche. Para nosotros está completamente claro que matar herejes y extirpar genitales es una aberración. Sin embargo, nuestros valores están tan contaminados de conceptos falsos que nos impiden un análisis ajustado a la realidad, por ejemplo en asuntos como la legitimidad de una guerra; en la que justificamos matar al opositor.
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Cuando dice: “no mal dispuesto y animado a ser alguna vez el defensor de las cosas peores, como si acaso no fuesen éstas las más calumniadas”. Está refiriéndose a que algunos que leen sus obras atisban una posibilidad de que efectivamente lo que la moral considera malo esté falsificado, calumniado, y en una futura inteligibilidad resulte bueno; en ese caso se estaría dispuesto a defender la nueva perspectiva valórica que se contrapone a la que anteriormente se tenía. Desde su percepción de la realidad supone que nadie ha llegado como él acaptar tan profundamente lo decepcionante que son los valores establecidos, desde todas las perspectivas existentes contaminadas con falsedades.
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Su perspectiva, su absoluta diferencia de punto de vista, lo condena a una soledad de pensamiento. Quién esté afligido por esa soledad comprenderá sus intentos para protegerse respecto a la hostilidad que esto genera en los demás, de una ciencia contaminada con falsos valores, de una ligereza de pensamiento o estupidez devenida de una falsedad valórica. Es por lo que cuando no encuentra lo que le hacía falta, lo fabricaba; tan pronto por falsificación de verdades de los valores transformándolos en mentiras y viceversa, como también inventando valores nuevos.
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Lo que cada vez le era más necesario para continuar liberando su espíritu era suponer que no estaba totalmente solo en su pensamiento. Y así tomar en cuenta lo rescatable de Shopenhauer, sin considerar su ceguera ante los valores morales. Y lo rescatable de Ricardo Wagner, considerando que estaba en un comienzo de romanticismo y no en un incurable romanticismo final. Dice: “y lo que falta aún de falsedad para que pueda permitirme constantemente el lujo de mi verdad”. Está diciendo que tiene aún que desenmascarar muchas verdades, falsearlas, engañarlas, para que se conviertan en lo que en la realidad son: en mentiras. Dice que a pesar de haberse desprendido de los valores morales puede seguir viviendo, porque la vida no fue inventada por la moral, y la naturaleza de la vida necesita para su desarrollo que se continúe engañando a los falsos conceptos considerados como verdades, que la limitan, para transformarlos en mentiras.
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Dice: “viejo inmoralista y pajarero”. Inmoralista porque destruye losv alores morales establecidos. Pajarero, porque intenta cautivar, interesar a los que tienen una cierta capacidad de pensar por sobre los conceptos, por sobre los valores habituales, volar sobre ellos, irse despojando de los frenos que estos imponen para que vayan “liberando sus espíritus” de conceptos falsos y accedan a la realidad conceptual descontaminada, limpia, sujeta a la naturaleza, no sujeta a erradas concepciones de bien y de mal, en la que todo ha sido tergiversado por las creencias.

DAML